Agresión, empujones y golpes ha sido la reacción de la policía municipal hacía dos personas que solo querían entregar una carta en el Ayuntamiento de Mollet acompañadas por la PAH.
Abduahe y su mujer enferma de cáncer y en tratamiento, fueron desahuciados en noviembre con la mesa de emergencia aprobada. Desde entonces están viviendo en una pensión en la Llagosta. Hemos llevado el caso directamente a la Agencia de l’Habitatge de Catalunya, donde nos informaron que ante la falta de pisos disponibles habían trasladado al Ayuntamiento de Mollet que buscaran una alternativa vía el programa Reallotgem o el 60/40.
De momento nada salvo notificarle a Abduahe que recorriera inmobiliarias buscando piso y que hiciera llegar listado a servicios sociales. Hablamos de una persona mayor, con problemas de idioma y no muy bien de salud ¿De verdad esperan que sea él quien haga el trabajo?
Mariela y sus hijos, con una menor, fueron desahuciados en febrero sin ninguna alternativa debido al pasotismo y maltrato que ejercieron sobre ella desde los servicios sociales. Desde entonces, está en una pensión esperando una solución definitiva y eso gracias a las movilizaciones y presión ejercida desde la PAH Mollet Baix Vallès.
Sabemos del colapso en la mesa de emergencia, pero también que hay mecanismos para agilizar las soluciones que necesitan las familias desahuciadas. Aunque es bien cierto que todo pasa por una primera intención real por parte de la administración, que aunque se escuden en buenas palabras, los hechos demuestran que no siempre están a la altura.
Desde la PAH no nos cansaremos de decir que una pensión no es solución y que la temporalidad en ellas debería minimizarse lo máximo posible.
Ante el silencio como respuesta, esta mañana nos hemos concentrado de manera pacífica, como siempre, en las puertas del Ayuntamiento de Mollet del Vallès. Teníamos dos objetivos claros. Uno, denunciar y visibilizar una vez más esta situación. Dos, entregar en recepción una carta escrita por Mariela y otra por Abduhaje, para que se la hicieran llegar a todos los regidores y regidoras para que cojan conciencia de la situación. También valorabamos solicitar una reunión con Nuria Muñoz y Lola Gallego de servicios sociales para poder hablar de la situación.
Nuestra sorpresa ha sido máxima cuando nada más entrar al Ayuntamiento Abduahe, Mariela y dos compañeras de acompañamiento, para entregar las cartas y solicitar la reunión, han sido recibidas con agresiones por parte del policía de turno creyéndose Robocop. Abduahe ha sido empotrado contra la vidriera y casi tirado al suelo, acabando con signos claros de agresión. Mariela también ha recibido empujones y como es normal el ambiente se ha calentado, sobre todo por parte de quien se cree Harry el Sucio.
Si esto no fuera suficiente para mostrar el fascismo de este cuerpo municipal ante personas indefensas, en cuestión de segundos han aparecido unos cuantos municipales motorizados que tenían tanta prisa y ganas de agredir a las compañeras concentradas en la calle, que han llegado a tirar sus motos, para no perder un segundo.
Esta ha sido la respuesta de la policía municipal en ‘’la casa de villa’’ antes de poder ni siquiera explicar porqué estábamos allí. Agresiones gratuitas, amenazas, acoso e identificaciones, con el único motivo de coartar el derecho a protesta. Lo teníamos todo grabado, pero la intimidación de la policia municipal ha sido tan grande que han obligado a borrar los vídeos.
Hoy hemos sido víctimas de una brutalidad desproporcionada e injustificada por parte de la policia municipal, que solo muestra dos cosas: lo que nos espera con la nueva alcaldesa Mireia Dionisio, digna sucesora de Monrás; y que estamos ante un ayuntamiento dispuesto a todo para tapar sus vergüenzas, aunque sea a golpes. Desde la alcaldía, ya no se limitan a tacharnos de criminales, ya nos tratan como si fuéramos terroristas.
Esperamos, primero de todo, que pronto se haga justicia con Abduhe y Mariela, sabemos que hay dos pisos disponibles de la Generalitat en Mollet. Segundo, que el actual Gobierno y la oposición, estén a la altura de las necesidades de sus vecinas y vecinos, acabando con actuaciones como las de hoy, que convierten nuestra ciudad en un estado policial.
Ni golpes, ni amenazas van a lograr que dejemos de hacer lo que mejor se nos da y ya llevamos once años haciendo: defender y estar al lado de las familias a las que la institución y todo su entramado, les da la espalda.